El psiquiatra Carl Jung (Michael Fassbender), casado con la adinerada Emma, ha empezado a tratar en el hospital Burghözli a una nueva paciente, Sabine Spielrin (Keira Knightley). Mientras tanto, comenzará una relación de amistad cada vez mayor con el austriaco psicoanalista Sigmund Freud (Viggo Mortensen).
Un método peligroso es un drama psicológico salpicado por un
gran número de escenas sadomasoquistas. Está basada en una obra teatral escrita
por Christopher Hampton, guionista a su vez del film. Para la realización de la
película, el director David Cronenberg volvería a contar con su actor fetiche,
Viggo Mortenesen.
La película se inicia directamente con el ingreso de la
paciente Sabine Spielrin, muy bien interpretada por Keira Knightley, comenzando
así la relación con el personaje interpretado por Fassbender. Este último
resulta espléndido en su caracterización de Carl Jung, con una interpretación
medida y contenida.
La ambientación de la época de principios del siglo XX está
muy lograda gracias a una bella fotografía y una correcta banda sonora de Howard Shore. El problema de la película reside
en su falta de atrevimiento. El argumento debería haber dado lugar a una mayor
profundización en el psicoanálisis y en la relación profesional entre ambos
psicoanalistas. En su lugar, la película se decanta por dar mayor protagonismo
a la relación que nace entre Jung y su paciente. Esa falta de indagación en los
aspectos más llamativos del argumento hacen que la película termine aburriendo
por la falta de interés en las relaciones sexuales de su protagonista.
Después de los excelentes resultados que ofrecieron el tándem
Cronenberg-Mortensen en sus anteriores colaboraciones (véase las estupendas 'Una
historia de violencia' y 'Promesas del Este') esta última se antoja un tanto
fallida.
Un método peligroso ofrece finalmente una película sobre
relaciones psicológico-sexuales que de "método" tiene más bien poco,
y menos aún de "peligroso". Lo más notable del film son las escenas
protagonizadas por el francés Vincent Cassel, que otorga cierta frescura y
descaro a la convencional película.
Te dejo aquí el comentario que Twitter no me deja espacio. Eso de la crisis de la imaginación creo que hay que entrecomillarlo bastante. Si bien por ejemplo historias como las de Nemo son historias cerradas, la de Monsters si daba para contar mas historias, y diferentes como es el caso. Aunque la suerte de Pixar con sus secuelas ha tenido distinta suerte, no me puedes negar que es mejor un Toy Story 2 o 3 que cualquier Megamind o Kung Fu Panda que se ponga por delante. Francamente, prefiero una crisis imaginativa en Pixar que en cualquier otra factoría. Aunque sí que es cierto que estos últimos años nos intercalan obras maestras con secuelas. Después de la decepción de Cars 2, espero mucho de Brave. Un abrazo, es un placer leerte y poder debatir estas cosas :)
ResponderEliminarEn eso estoy de acuerdo contigo. Una mala película de Pixar sigue siendo mejor que muchas otras buenas de otras productoras. Las secuelas de Toy Story son realmente buenas y muy respetuosas con la original, desarrollando a los personajes y creando argumentos con inventiva y originalidad. El problema es que trae consigo una estela de grandes films (Monstruos S.A., Buscando a Nemo, Wall-e, Up...) que inevitable la comparación. Por eso es aún más molesto cuando una gran productora que era garantía de calidad, empieza a relajarse y a recurrir a ideas previas (ciertamente, con Cars 2 eligieron a su peor película para hacer una secuela). Además, se leen críticas bastante tibias de Brave.
ResponderEliminarUn placer igualmente hablar contigo. Nos seguimos escribiendo :)